El final de agosto conlleva una subida del paro y la destrucción de 194.000 empleos en casi todos los sectores, no solo los servicios
El primer final del verano, el fin de agosto, deja en el paro los efectos propios de una economía que sigue fiando al turismo su principal baza de crecimiento. Así, sube el desempleo en 21.884, en casi todas las comunidades, lideradas por Euskadi y el Mediterráneo. Un avance de una curva ascendente que lo suele ser más en septiembre, cuando los visitantes se despiden del todo.
Además, la Seguridad Social perdió, de media, 193.704 cotizantes.
“Pero el paro no solo creció en servicios, también en los sectores industriales. En USO, lo que más nos preocupa es que, año tras año, las subidas y bajadas del paro son previsibles. Y, mientras esto siga así, es que no ha cambiado el modelo productivo que condena a España a empleos de baja calidad: temporales, estacionales y de salarios bajos”, denuncia Joaquín Pérez, secretario general de USO.
El empleo del turismo: eminentemente parcial o discontinuo
Las cifras globales de desempleo están cerca de las de 2008. Sin embargo, “es un empleo más troceado que nunca. Sobre el papel, la contratación indefinida ha mejorado notablemente, con un 37,47 % del total de contratos en agosto, frente al tradicional 8 o 9 %. Pero, rascando en esa cifra, únicamente el 42 % fueron contratos a jornada completa. El 34 % fueron fijos discontinuos y el 24 % restante, jornadas parciales”, analiza Pérez.
Esto deviene en “unas condiciones de vida peores, con sueldos parciales o discontinuos, como los contratos. Con la inflación acumulada de estos últimos años, especialmente en alimentación, y la escalada aún sin límites del precio de la vivienda, necesitamos una contratación y unos salarios sólidos para hablar de una recuperación real de la economía familiar”, defiende el secretario general de USO.
Joaquín Pérez busca que se impulsen “otros nichos de empleo que estamos dejando pasar. Los fondos europeos deberían ser el motor del empleo reindustrializador y tecnológico, pero no se están notando en ese campo. Además, el envejecimiento de la población, que debería ser a su vez una oportunidad para la economía de los cuidados, no está siendo atendido como debe, con medios personales y económicos para hacer del sociosanitario un pilar social y de empleo digno”.
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